Me alegro de volver a verle, Sr. Spock

“El espacio: la última frontera…” Corría el final de los sesenta y el capitán Kirk nos introducía, una noche más - “Cuaderno de bitácora, año estelar de… - en las  fabulosas peripecias de la Enterprise vueltos virtuales camaradas de Uhura, de Sulu, de Scotty, del doctor Mc Coy, pero, sobre todo, del humano-venusiano Sr. Spock, tan puntiagudas sus orejas como sus contradicciones, coetáneos todos en el optimista futuro de convivencia – tan sólo los klingon, por aquello de la necesidad de antagonistas, como los malos - creado por Gene Roddenberry,  y al que ya hubiéramos querido entonces y querríamos que se aproximase ahora mínimamente la hosca realidad de nuestro día a día. Cuarenta años, una exitosa secuela, una serie de animación, diez filmes y tantos videojuegos y relatos después, nave y personajes tornan a la pantalla grande para, en versión de J.J. Abrams, firmante de una de las realizaciones televisivas actuales de más continuado éxito, Perdidos, contarnos sus mismísimos orígenes. Y al solo anuncio de su retorno, al columnista (que aunque no sea eso que se llama un estricto “trekkie” desde luego que no piensa dejar de ver la película) le vuelve a su vez, envuelta en el recuerdo de la inocente magia de aquellos episodios, la propia ilusionada ingenuidad de su juventud. De verdad, de verdad de la buena: no sabe cuanto me alegra volver a verle, Sr. Spock.