Que no nos líen




Que mire usted, que no. Que lo del 7 de junio - ya saben, las elecciones europeas, vaya – no va de si nos gusta o no lo que por aquí hacen ni gobierno ni oposición, por más que de eso dé la impresión la mayoría de las veces cuando escuchamos las declaraciones mitineras de nuestros políticos. Pues no, que no nos líen; que esto no va de primarias, que por aquí no usamos, de venideras votaciones nacionales, sino de elegir a nuestros representantes en ese Parlamento de la Unión que tendemos a pensar que no pinta nada – y que a lo mejor debería pintar más – pero que influye, vaya que sí, bastante más de lo que creemos en nuestra vida cotidiana.¿O no influye el que la cámara europea impidiera que se estableciera la semana laboral máxima de 65 horas en vez de las 48 vigentes? ¿O que eliminara de la directiva de servicios y derechos laborales el principio que permitía a los empresarios trasladar a los trabajadores aplicándoles las condiciones salariales y convenios del país de origen y no del de destino? ¿O que fijara los periodos máximos de detención e internamiento de inmigrantes indocumentados, o que aprobara una directiva que obliga a los fabricantes a registrar y demostrar la seguridad de más de treinta mil de las sustancias químicas existentes en el mercado? A mí, fíjense, me da que sí. Y por eso iré a la urna, pero, desde luego, lo haré pensando en lo que quiero que defiendan y lidien allí y no en si hay que castigar o premiar lo que, mal o bien, andan o anden haciendo por aquí. Eso, otro día, más adelante. ¿No les parece?

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