Hace veinticinco años




“Cualquier antropología pasa, si se precia de avanzada, por los ritmos que imprime el espíritu metido a intérprete o recreador de la misma naturaleza…” En la bisagra misma de julio a agosto del 84, en la bella sala Segóbriga del Museo de Cuenca, Carlos de la Rica prologaba el inicio de unas Jornadas que durante sus cinco consecutivas ediciones convertirían a la ciudad en punto de encuentro de escritores, críticos y amantes de la poesía de toda España y, a partir de su segunda convocatoria, también de Portugal, Francia o Italia. Organizadas por el propio de la Rica, Valera, San Martín y Trogal con apoyos tan valiosos como los de Ángel Crespo o Pilar Gómez Bedate, por ellas pasarían, codo a codo, muchos de quienes en ese entonces eran y de quienes, andando el tiempo, iban a ser, del propio Crespo, de Andrade, Melo e Castro, de Brito, Carminati, Colombi, Perucho, García Baena, Carvajal, Badosa, Brines, Alfaro o Atencia, a Al Berto, Pitta, Luis Alberto de Cuenca, Martínez Sarrión, Gallego Ripoll, Jover, García Montero, Rosa Lentini o Amador Palacios, entre tantos otros, en un acontecer inolvidable para quienes tuvimos la fortuna de gozarlo. Vivas ya tan sólo en el recuerdo cual las Semanas propiciadas en los 90 por Diego Jesús Jiménez, quede aquí constancia de su argénteo aniversario en este año en el que la también desaparición – ¿sólo temporal? – del curso que sobre poesía celebraba la Universidad de Castilla La Mancha en Priego, nos ha dejado compuestos y sin novia a cuantos por estos lares amamos el vuelo lírico de la palabra.

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