Placidez


Atrás ya tanto el oasis con que Ruidera orna en humedad y verde, cual en los mejores tiempos, loado sea el cielo, el corazón mismo de La Mancha, cuanto los cervantinos ecos de la sima de Montesinos – mi señor don Quijote colgado de la soga soñando Durandartes y Belermas – rueda el coche, pasada ya Ossa de Montiel, de regreso a Alameda de Cervera donde, una vez más, se alberga el columnista acogido a la fraternal hospitalidad de su amigo Amador Palacios (y, por supuesto, de su mujer, Rosario) tras haberle acompañado la víspera en la presentación de su último poemario, “Prosas esculturales”, en el acogedor espacio al efecto montado por el escultor, pintor y ceramista Alfredo Martínez, plasmador de sueños en madera, hierro, lienzo o barro, en su taller de la alcazareña pedanía. Sibilas, las encinas entonan en el soleado mediodía su litúrgica salmodia entre cielo y tierra augurando nuevos momentos de disfrute cual la prevista compartida cena con el también poeta y magnífico artista plástico Teo Serna y su novia Charo, prólogo del nuevo encuentro, al día siguiente, con su obra en su estudio de Manzanares, tras haber antes gozado del bello diseño por él firmado del Paseo por el Sistema Solar que, proyectado por el también hijo de la localidad y profesor en la Wright State University de Ohio Julián Gómez Cambronero, pondrá casi punto final a un tan espléndido y plácido fin de semana que el columnista no podrá resistirse a dejarlo reseñado cuando se siente a pergeñar su siguiente semanal entrega.
Publicado en Columna Cinco, Grupo El Día el martes 19 de octubre de 2010. Foto tomada de internet

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