Literatura y TV



Dado que este columnista no está apuntado a Canal Plus no habrá podido comprobar anoche – a menos que finalmente recurra, que lo está pensando, a pedirle al vecino que le deje compartir sofá y pantalla tal y como fuera socializadora costumbre en este país en aquellos primeros años, parece que hubieran pasado siglos, del comienzo por nuestros lares de las emisiones televisivas – en qué medida la puesta en imágenes de “Crematorio”, la en verdad que espléndida novela que Rafael Chirles nos regalara hace cuatro años, ha conseguido o no traspasar el espíritu testimonial y profundamente ético de una obra tan literariamente apoyada en el puro lenguaje a un decir tan diferente cual es el visual, pero confía en que la fuerza interna no ya de la historia, sino de sus personajes, en especial ese Rubén Bertoméu, tan profunda y próximamente contradictorio, al que ha prestado carne y voz José Sancho, transparenten cuanto de complejos tienen por y sobre encima de la circunstancia de que el panorama en el que se desenvuelven lo vertebren asuntos de tanto gancho mediático como la corrupción o el deterioro urbanístico de nuestras costas. Y desea que así sea y ello abra además camino a que nuestras televisiones se decidan a jugar más la baza – junto a la realización, por supuesto de series originales, nadie niega nada - de una literatura, la nuestra, fértil vivero, siguiendo la senda que otras foráneas, ejemplo excelso sin duda el de la BBC, tan bien supieron y siguen sabiendo usar.

Publicada en Columna Cinco, Grupo El Día, el martes 8 de marzo de 2011

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