55 grados


Los cincuenta y cinco grados a la sombra, oiga, que ya es, han dicho los expertos que podrían llegar a marcar los termómetros en futuros estíos por estas nuestras hispanas tierras, a medida que el siglo vaya cumpliendo años, como consecuencia del calentamiento global al que, cada vez está más claro, venimos sometiendo al pobre planeta Tierra. Porque sí; porque la culpa es sobre todo, y también resulta ya más que patente, de nuestra irresponsable conducta de homínidos sin sentido, que también los científicos nos han soltado otra cifra de las de no te menees al precisarnos que el que el origen del problema sea cosa nuestra alcanza la ya apabullante probabilidad del 95 por ciento. Es algo, el del desatino este, que en realidad ya era desde hace tiempo un hecho indubitable por más que los escépticos – los de buena fe aunque poca información o los mucho más peligrosos defensores solapados de puros intereses económicos – se empecinaran, erre que erre, en seguir negándolo en un combatir la evidencia y a los que los datos han terminado por dejar con el culo al aire y sin razones. Datos como los que, avalados por la investigación científica, ponía de manifiesto, días atrás, el informe definitivo del grupo de trabajo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la mismísima ONU, un equipo del que han formado parte expertos de ciento noventa y cinco países. Unos datos que en sus proyecciones nos vaticinan que, de seguir las cosas tal que ahora, las temperaturas máximas diurnas subirán entre cinco y ocho grados centígrados en España, Portugal y el resto de los países del sur de Europa, de Francia o Italia a Grecia o Turquía, de Hungría, Croacia o Eslovenia a Rumanía, Bulgaria, Bosnia Herzegovina, Serbia y Montenegro, Albania o Macedonia, ascenso que a su vez tendrá más que graves impactos en la agricultura y en la cantidad y calidad de nuestros recursos hídricos y en definitiva en nuestra disponibilidad de recursos. Claro que el que el asunto sea tan grave y tan evidente no significa, mucho es de temer, que vayamos a buscarle soluciones – una reducción rápida de los gases de efecto invernadero ayudaría en mucho a evitar lo peor del cambio climático – con  la decisión y la dedicación que debiéramos, ni por esos mundos del extranjero ni por aquí, en nuestra propia casa, donde, se diga lo que se diga y pese a que seremos uno de los países más afectados por el calentamiento, continuamos, por ejemplo, dando de lado a las energías limpias y renovables en tanto que las compañías eléctricas nos siguen subiendo el coste de la factura. Déjenme que les diga que es que no tenemos remedio.


Publicado en Las Noticias de Cuenca. Sección "Déjenme que les diga" Semana del 4 al 10 de octubre de 2013

Imagen tomada de cinabrio.over-blog.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que deberíamos hacer

Hallazgos

Una llamada de atención