De todos y para todos

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Va, pensiero, sull’ali dorate,va, ti posa sui clivi, sui colli … Mil doscientas fueron las voces que bajo la batuta de Miguel Sanz – y aparte de las de tantos otros que mal que bien, bien que mal, a ellas se sumaron espontáneamente, incluido el personal torpe tarareo de este columnista- vinieron a cerrar en el mediodía madrileño del pasado domingo, dos y veinte de la tarde, con los versos que Temistocle Solera escribiera para el coro de esclavos del Nabucco verdiano y a la vera misma de la castiza Puerta de Alcalá –mírala, mírala, ahí está- la espléndida mañana que, regalada por una meteorología de anticipada y soleada primavera, había convertido el madrileño Paseo de Recoletos, de Cibeles a Colón, de Colón a Cibeles, a golpe de fiesta y de las más varias propuestas –de la música de todo tipo al verso, de la pantomima al diálogo o el soliloquio teatrales, de la pintura al juego- desde los veinticinco escenarios y tingladillos allí instalados y desde la propia nutrida concurrencia de quienes, en regocijada multitud, habían acudido a contemplar lo que desde ellos se les ofrecía,  en caja de resonancia del lúdico-reivindicativo grito de las más de ochenta asociaciones que, agrupadas en ciudadana plataforma bajo el lema de “Todos somos cultura”, habían convocado la cita para recordarnos a todos –incluidos ustedes, señoras y señores de la política y la administración- que ella, la cultura, es un patrimonio común que “forma parte primordial de la identidad y la dignidad de la ciudadanía de un país” y es por tanto “un derecho de todos y un factor decisivo para un desarrollo integral y sostenible, sabiendo que el respeto y la valorización de la diversidad cultural son indispensables para la dignidad social y el desarrollo integral del ser humano”. Razón –razones- sin duda por las que el mismísimo artículo 9.2 de nuestra Constitución afirma que corresponde a los poderes públicos “facilitar la participación de los ciudadanos en la vida cultural”.  Pues a ver si se enteran y se dejan de tanto subir el iva y tanto recorte. Por cierto que lo mismo les viene al pelo recordarles aquella anécdota del histórico premier británico  Winston Churchill que -como rememoraba con ocasión de la jornada matritense el liberal Antonio Garrigues Walker y oportuno recogía en su artículo al respecto Rafa Fraguas, perdón, viejo compañero, por el descarado hurto- cuando, en pleno fragor de la segunda guerra mundial, le propusieron recortar el apoyo a la cultura no dudó en responder: “¿Quitarle el presupuesto a la cultura? Entonces, ¿para qué luchamos?”.

Publicado en Las Noticias de Cuenca. Sección "Déjenme que les diga". Semana del 14 al 20 de marzo de 2014. Foto del autor.

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