Ante las urnas


No entra desde luego en las intenciones de este articulista, que sería a más de presuntuoso impresentable por su parte, ni recomendar ni mucho menos instar a sus posibles hipotéticos lectores a elegir opción concreta alguna de entre las diez agrupaciones o partidos –diez, sí, que no son sólo cuatro y un par de picos cual pareciera que fueran si atendiéramos tan sólo a su presencia mediática– que en nuestra provincia se presentan en la tan próxima ya a la hora de escribir estas líneas jornada electoral del domingo en una, con toda seguridad, de las más abiertas, apasionantes y al tiempo, por ello mismo y por las especiales circunstancias por las que atraviesan tanto nuestro país como en general el propio mundial globo, complejas convocatorias electorales de todo nuestro recorrido democrático tras el final de la dictadura franquista. Pero sí permítanle –permítanme– que, en calidad de quien por esa misma complejidad anda aún por el qué haré qué no haré del –a lo que nos decían las últimas encuestas conocidas antes de que nuestra rigorista normativa impusiera su ya no hay más– bastante nutrido grupo de los indecisos, deje constancia de alguna de las consideraciones que a sí mismo se hace en su dubitativo reflexionar por más obvias que les puedan parecer y sin duda son. Al menos de la principal que es la de –teniendo en cuenta, por supuesto, que no se trata desde luego de ir de suicida por la vida, la ejecutoria hasta ahora, mucho más extensa, claro, y clara la de los veteranos que la de los más nuevos, de quienes a la liza concurren– plantearse sobre todo, mirando más pese a ello, al futuro que al pasado, lo que podrían o no podrían y, tal y como andan las cosas, podrán o no podrán hacer éstos o aquéllos, y sobre todo quiénes de entre ellos podrán ser más capaces de, por una vez, intentar no correr tras los acontecimientos sino, preverlos y, déjenme que sea redundante, prevenirlos.  Y, a partir de ahí, pues mire usted –a quien Dios se la dé, crucemos los dedos, San Pedro se la bendiga– tampoco seamos ni miedosos ni pusilánimes: si tenemos que jugárnosla, pues juguémonosla, que con paños calientes no vamos a ningún lado. Que acertemos.



 Publicado en Las Noticias de Cuenca Sección DÉJENME QUE LES DIGA. Viernes 18 de diciembre 2015. Ilustración tomada de internet 

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