Buenos aires

 

                                                                                       Foto cortesía de Las Noticias de Cuenca

La Comisión Provincial de Urbanismo de Cuenca tiene previsto aprobar el próximo lunes la instalación en la provincia de un parque de producción de energía eólica que, con una inversión prevista de doscientos once millones de euros, contará con ochenta generadores, tendrá una potencia superior a los trescientos megavatios y beneficiará directamente, según se nos ha dicho, a los términos municipales de Atalaya del Cañavate, Tébar, Cañada Juncosa, Honrubia, El Picazo, Pozorrubielos de la Mancha, Villanueva de la Jara, El Peral, Iniesta, Graja de Iniesta y Minglanilla. Es un paso más, decisivo evidentemente, para la confirmación de este proyecto del que ya comenzábamos a oír hablar el pasado mes de febrero; y es por supuesto una más que buena noticia tanto para nuestra región –la segunda con más potencia instalada el pasado año tras Castilla y León– como, evidentemente, para nuestra provincia, la tercera hasta ahora a este respecto dentro del mapa autonómico tras la de Albacete, que con setenta y cinco instalaciones ocupa el primer lugar, y casi empatada con Guadalajara (veinticuatro frente a nuestras veintitrés). Una buena noticia tanto por lo que en sí misma significará económicamente su instalación  para los propios municipios beneficiados cuanto como índice de un camino a continuar en consonancia con la propia senda que afortunadamente parece haber emprendido nuestro país (hoy por hoy el quinto del mundo por potencia eólica instalada tras China, Estados Unidos, Alemania e India) que dentro de la Unión Europea fue el que más eólica “onshore”, es decir, para entendernos, terrestre, instaló el año pasado, un quince por ciento del total de este tipo de energía que, con sus cerca de veintiséis mil megavatios de potencia acumulada fue la segunda fuente de generación eléctrica peninsular también el pasado año evitándonos de paso la emisión de nada menos que veintiocho millones de toneladas de CO2; una energía respecto a la cual  España es el quinto país del mundo por potencia instalada tras China, Estados Unidos, Alemania e India. Una energía limpia que debería desde luego verse complementada con un mayor esfuerzo en la producción de otra energía limpia como es la solar  que, tanto en grandes plantas como en instalaciones de autoconsumo industriales, comerciales o en viviendas unifamiliares, debería tener mucha mayor presencia de la que ahora tiene en una nación con características tan favorables para ella como la nuestra; una presencia que en estos momentos no es coherente ni con las horas de sol al año que recibimos ni con el conocimiento de nuestras empresas, y que bien que nos vendría para que, como afirmara muy recientemente un representante de Avanzalia, una de las empresas pioneras en la instalación de grandes plantas fotovoltaicas tanto fuera como dentro de nuestras fronteras,  España debe dejar de ser un país de servicios –a ver si además de hablar de ello lo conseguimos– para convertirse en un ejemplo de producción de alta tecnología como es precisamente el sector de la energía renovable, un mercado con una fuerte demanda y que año tras año seguirá creciendo, lo que sin duda ayudaría y mucho a la potenciación de la economía de nuestro país al par que a la mejora del medio ambiente. Pero bueno, retornando a lo más próximo y por lo que empezábamos: por lo pronto congratulémonos, por la parte que nos toca, del anuncio de esa planta eólica a instalar en nuestra provincia para la que, permítanme el obvio guiño lingüístico, parece que en este campo soplan buenos aires.

Artículo publicado en la edición impresa de Las Noticias de Cuenca el viernes 4 de septiembre de 2020 y en la edición digital https://www.lasnoticiasdecuenca.es/opinion/buenos-aires-1365


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