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Mostrando entradas de febrero, 2011

Hoy creo

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Aún, aún le salta de gozo al columnista el corazón en el pecho tras las recientes expulsiones propinadas por sus pueblos a los dictadores de Túnez y de Egipto - plaza Tahir de todas las esperanzas, que no se malogren tus anhelos – igual que, los hechos se lo han venido a recordar, lo hiciera, con fraternal pero rabiosa envidia, aquel abril del 74 del pasado siglo en que a los fusiles del ejército portugués les brotaron, Grândola, vila morena, claveles de futuro, dándoles a sus conciudadanos lo que a nosotros sólo nos daría, aunque no fuera tanto después, el paso del tiempo - menos mal que, ya que no habíamos sido capaces de la mayor, supimos aprovechar con cierta inteligencia la menor – o le brincaría, quince años después, la noche en que el Muro dejó de serlo iniciando el derrumbe del castillo de naipes de todo el telón de acero y paliando así las en su día sentidas amarguras del aplastamiento soviético de la revolución húngara del 56 o del fin de los seis meses del sueño de la “prim

Un hallazgo

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Son cosas que, por suerte, pasan. El columnista va al Museo del Prado a rendir una vez más personal homenaje a van der Weyden, Fra Angelico, Durero, Rubens o Goya y hete aquí que al final de la visita sale del venerable edificio con todo un hallazgo en el bolsillo. Sale, cual fue el caso, con un libro de Eva Lootz que es toda una gozada; un volumen de pequeño formato y no precisamente recién editado, que lo fue en 2007, pero sí recién descubierto (el recorrido por la tienda-librería de la pinacoteca es también vieja, reiterada costumbre que de tanto en tanto da estos frutos) del que si primero le atrajo su seductor título – “Lo visible es un metal inestable” - el posterior aleatorio hojeo-ojeo a pie de anaquel terminó de encandilarle. Una pequeña joya publicada por Árdora dentro de esa su colección Express en la que ya con anterioridad halló alguna otra, y en cuyas páginas la artista austro-hispana, profesora que fuera de la Facultad conquense de Bellas Artes, siempre tan atraída en s

Cumplen

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Sí, vaya si cumplen, se dice el columnista pensando en cómo, una vez más, los trabajadores, aunque haya sido a regañadientes, porque no les quedaba otra, han vuelto a ceder en sus legítimas aspiraciones para que se logre ese acuerdo social que el mismísimo presidente del gobierno ha calificado como la reforma más importante desde los Pactos de la Moncloa. Un acuerdo que sacará o no nuestra economía - el Mercado nos valga - de esta crisis que ellos nunca crearon, pero que les pone más cuesta arriba, entre otras cosas, la consecución de sus bien merecidas pensiones. Ojalá, continúa cavilando, las otras partes firmantes, cumplan también – y tan bien - como ellos. Ojalá, por ejemplo, la administración pueda obligar a determinados sectores a que su tú a tú con el fisco tenga la misma claridad que la de quienes lo mantienen a golpe de nómina. Ojalá esa administración y una clase empresarial con miras menos ramplonas que las que, en buena parte, ha venido teniendo, consigan, yendo de la man