¿Ahora no?
No ya, señor presidente, si ya sabemos que cuando las cosas viene mal dadas – y mira que vienen – no hay más cáscaras que hacerles frente (lo mismo un algo antes tampoco habría estado mal, ¿no?, pero bueno, dejemos eso) caiga quien caiga, claro que sí, que hay que ser realistas por sobre ideologías y valientes por encima de intereses electorales. Como también sabemos que, ya puestos, los primeros que normalmente vamos a tener que arrimar el hombro – tampoco pasa nada, no se preocupe, estamos acostumbrados - pues vamos a ser aquí, los de a pie y controladitos, aunque no hayamos tenido arte ni parte en el desaguisado; pero… pero fíjese: aún andábamos calculando cuantos agujeros le íbamos a correr al cinturón cuando le oímos decir que, bueno, que también los otros, los de la pasta gansa, tenían que colaborar y que le rondaba el magín la idea de un nuevo impuesto para gravar las rentas más altas y.., y mire, para qué negarlo, se nos subió un poquillo el ánimo y dijimos, bueno, mira por d