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Mostrando entradas de abril, 2011

Pequeñas canalladas

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Todos lo comprobamos cada día: en esa papelera recién colocada arrancada de su soporte, en ese banco al que ya troncharon tres o cuatro de sus listones, en ese foco dejado inservible por una pedrada, en el retrovisor que cuelga descuajaringado junto a la ventanilla de aquel automóvil o en esa mismísima señal de tráfico que, arrancada de cuajo, yace de lado sobre la acera… Son las pequeñas pero por desgracia relativamente frecuentes demostraciones de la tendencia del bicho humano, al menos de algunos de sus ejemplares, a hacer el daño por el daño. Y aunque bien consciente es - no tiene más que mirarse dentro y ser sincero consigo mismo – de que cualquiera puede ser capaz en cualquier momento de cualquier barbaridad si las circunstancias lo propician (y siempre rogó que no tuviera que someterse a tal prueba), al columnista no acaba de entrarle en la cabeza qué placer encuentran en ello sus autores. De lo que sí está seguro es de que tales acciones no dejan de ser canalladas por más que

Pequeños misterios

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No quiere desde luego quien esto firma, al ponerle título a su entrega de hoy, referirse a enigmas tan de ahora mismo como el sí pero no, no pero sí, de las operaciones de la coaligada coalición que sobrevuela las martirizadas tierras libias, o como el por qué ahora y no antes ni después del final de la crónica de una decisión anunciada de nuestro presidente, sino a cosillas de mucha menor monta pero muy del puro vivir de cada jornada. Por ejemplo, a la causa - bueno, lo mismo la andan estudiando ya los analistas - de que, según le aseguraba hace nada la dueña de una de las tiendas donde efectúa sus pequeñas compras semanales, haya determinados días del mes, siempre los mismos, en los que los billetes de cinco euros brillan por su ausencia complicando el ahí tiene sus vueltas, para luego, como quien no quiere la cosa, volver a hacer acto de presencia en lo que resta de la treintena. O la razón de que – compruébenlo por sí mismos en cuanto nos caiga encima el siguiente chaparrón –

Barcelona, domingo, marzo

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La humanidad entera se diría que se pasea, a esta hora del mediodía de este domingo final de un marzo tan plagado de desventuras y desasosiegos - seca ya por el sol toda huella de la leve lluvia con que se despertara el día - el barretinado sambódromo de las Ramblas desde la plaza de Catalunya hasta el puerto, bon dia señor Colón, entre la oferta de los puestos de flores, los quioscos de revistas y periódicos y las casetas de las pajarerías, y ante las terrazas donde los guiris se abrochan sus paellas de imitación entre trago y trago de typical sangría, deteniéndose tan sólo ahora aquí, luego allá, para echarle el ojo o la instantánea - ¿se siguen llamando así en esta era de lo digital? - al variopinto soy no soy de las humanas estatuas de los mimos callejeros, más profesionalmente hieráticos unos que otros, la verdad sea dicha, o para colar cabeza en las aberturas ad hoc de las acartonadas reproducciones preparadas para que desde su ferial guiño simulen fingidas identidades no tan dis

La poesía

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La “expresión por el lenguaje humano, devuelto a su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de la existencia” decía Mallarmé que es la poesía. Nos lo recordaba la directora de la UNESCO , Irina Bokova, al hilo de la celebración, ayer, del Día Mundial a ella dedicada. Porque sí, qué demonios, entre tantos “Día de” como nos trae cada año el calendario, también la poesía lo tiene, cada 21 de marzo, desde que en 1999 esa organización de las Naciones Unidas lo propusiera para promover la lectura y la creación de la que calificaba como una de las expresiones artísticas más auténticas y dinámicas de la humanidad. Poca repercusión tiene sin embargo entre nosotros la celebración - ni siquiera en el efímero pan para hoy y hambre para mañana de unos actos conmemorativos que en este caso más bien brillan por su ausencia - lo que no tendría especial importancia si no fuera por cuanto ello, bien seguro anda el columnista, no es sino el claro indicativo de la nula importancia que le o

Así son las cosas

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Que la Naturaleza es la Naturaleza y es ella quien finalmente manda aunque tantas veces, inflados de prepotencia, se nos olvide, vaya si no nos lo acaba de recordar con el terremoto de Japón, poniendo de paso en entredicho la en los últimos tiempos tan presente insistencia de sus promotores en minimizar los riesgos de la energía nuclear. Pero, ¿qué tal si también le echamos el ojo a otra naturaleza, la nuestra, la naturaleza humana, para constatar cómo sigue mostrando sus aspectos más sombríos? Qué tal si, por ejemplo, hacemos examen de conciencia para darnos cuenta de cómo, perdidos en escrupulosos y egoístamente interesados dimes y diretes, no le vamos a echar nunca una mano a quienes mueren en Libia por su libertad. O cómo, mientras seguimos firmando acuerdos con la pujante China, el Nobel de la Paz Liu Xiabo continúa preso por reclamar una transmisión pacífica en su país hacia esa democracia de la que alardeamos, paradigma del generalizado acoso de sus gobernantes a cuantos inte