Efemérides y recuperación de imagen
Plagado, pero que plagadito de efemérides socioculturales se nos presenta en Cuenca el postelectoral año que viene, don dos mil dieciséis: que si los veinte diciembres de la declaración de nuestra capital como ciudad Patrimonio de la Humanidad, que si la llegada a la treintena de la facultad de Bellas Artes, que si el mismísimo medio siglo ya de la apertura del Museo de Arte Abstracto en unas Casas Colgadas que desde la administración autonómica se nos asegura alcanzarán la condición de –no, mire usted, no lo eran– Bien de Interés Cultural… Año de efemérides cuyas celebraciones bien pudieran, qué digo pudieran, debieran servir para no sólo reactivar, puertas hacia dentro, nuestra en los últimos tiempos no excesivamente boyante vida cultural, sino para recuperar la también por desgracia bastante disminuida presencia en el marco estatal de la prestigiada imagen que otrora tuvimos –y aún pese a todo en buen grado se mantiene aunque haya ido, ¡ay!, a la baja– de enclave artístico de