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Mostrando entradas de junio, 2020

Ahora o nunca

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“No son tiempos nada fáciles para Europa” confesaba hace nada –el pasado martes, vaya– el ministro de Exteriores de Alemania Heiko Maas al hilo de su encuentro en Valencia con su homóloga española Arancha González Laya. No, desde luego; desde luego que no lo son pero, qué demonios, acaso precisamente esa extrema dificultad de la situación, probablemente la más ardua, complicada y crucial de cuantas la Unión Europea ha tenido que aportar a lo largo de su existencia, ¿no debería llevarnos a, haciendo de la necesidad virtud, decidirnos de una vez por todas a que ella –la hoy por hoy todavía, no lo olvidemos, nuestra Unión– juegue en la palestra internacional un papel como actor geopolítico al que, maldita sea, tanto hemos venido en los últimos tiempos renunciando? Un papel que –tampoco estamos tan minusválidos, caramba si realmente sumamos cualidades, potencias y esfuerzos en una acción realmente mancomunada– evite quedarnos como comparsas en ese tablero mundial donde, con la tensión

Cuestión de urgencia

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                                                                                 imagen tomada de  http://envejecimientoenred.es/ Entre tantas cosas que la pandemia que hemos venido y aún seguimos padeciendo ha dejado más que claro es sin duda la imperiosa necesidad de potenciar, mejorar y perfeccionar por un lado nuestra sanidad pública –y dentro de ella especialmente la atención primaria, absolutamente decisiva a la hora de la prevención de amenazas y como primer escalón de la planificación de nuestra defensa frente a ellas–, una sanidad pública tan afectada por la visión neoliberal y privatizadora de estos servicios que, impulsada por unos y no corregida por otros, desgraciadamente padecimos en los últimos tiempos y, junto a ella, también hacer lo propio con el imprescindible servicio social prestado por las residencias para mayores y –no las olvidemos tampoco– para personas con dependencias, algo que debe estar, junto con la mencionada necesaria potenciación de la atención

Papel y digitales

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Nadie puede prever a estas alturas de la película –el debate ahí está pero siendo todavía casi más asunto de profetas que de analistas con suficiente acopio de datos para elaborar proyecciones fiables de posibles futuros– si la prensa, la prensa escrita, vaya, permítanme la redundancia por aquello del mejor entendernos, será capaz de adaptarse  a los nuevos revolucionarios tiempos o tendrá al final que decir adiós definitivamente a su tan de altibajos salpicada historia, pero en tanto llegan o no llegan esos salvadores cambios o esa apocalíptica despedida, regocijémonos de la vuelta a quioscos y suscriptores de la edición en papel de este nuestro –y desde luego suyo, lectoras y lectores– semanario que en sus páginas me acoge, tras que el maldito coronavirus lo forzara a recluirse, y gracias, en su digital internético nicho. Afirmado lo cual, de lo que voy a hablarles, miren por dónde, es sin embargo de la alegría que también me han producido dos nuevas apariciones comunicacional