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Mostrando entradas de enero, 2015

Quitas y perdones

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No, no lo tienen nada fácil, desde luego, los chicos de Syriza por más que sus compatriotas les hayan alzado hasta casi la mayoría absoluta no sé si a la a la espera o a la desespera de que consigan el milagro que sus antecesores ya dejaron bien claro que eran incapaces de alcanzar. No, no lo tienen nada, pero que nada fácil, ni desde luego para arreglar puertas adentro tantos arraigados desaguisados como, en efecto, afectaron y aún afectan a la propia desastrosa gestión interna de su país, como –y  sin logros ahí ya me dirán qué van a poder hacer– ante una negociación a cara de perro con una Bruselas donde impera la postura de aquí poco hay que hablar no sólo de la Alemania merkeliana sino previsiblemente también de otras naciones –por ahí andan, con elecciones a la vista, Holanda y Finlandia por ejemplo– nada propicias no sólo a simplemente relajar sus rígidos axiomas de austeridad, austeridad y austeridad, sino temerosas de que el ejemplo heleno pueda cundir en otros países y

Ni un paso atrás

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Costó, bien lo saben ustedes, dios y ayuda y aún, por supuesto, es necesario seguir peleando cada día para mantenerla en pie e intentar mejorarla, pero a lo largo del tiempo los países occidentales fuimos construyendo, aunque fuera a trancas y barrancas y aunque todavía nos ande plagada de imperfecciones, un tipo de sociedad, la sociedad democrática, que, con todos sus fallos, ha resultado ser no ya la menos mala, como dicen algunos, sino, qué demonios, la mejor que a lo largo de su historia ha logrado darse el ser humano. Una sociedad a cuya base, como elementos sustantivos, hemos colocado el respeto a la diferencia –y por tanto la tolerancia– y la libertad de conciencia, una libertad  de la que son inmediatos correlatos la libertad de pensamiento, la libertad de opinión y la libertad de expresión, justo los valores contra los que el fanatismo se revuelve y contra los que volvía a atentar el pasado miércoles en su despiadado y trágico ataque al semanario satírico francés Charlie H

Pecados y faltas

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Pues miren ustedes, se dirigiría, por supuesto, a la curia, pero a quien estas líneas firma le parece que si no con todos, sí que con bastantes de esos quince pecados sobre los que el papa Francisco advertía hace unos cuantos días a los integrantes del gobierno vaticano, bien podría conformarse otra buena listilla de, digamos faltas, más que aplicable –aparte de, mea culpa, al propio articulista y su propio profesional grupo, que a ver quién está limpio de culpa, pero en fin, vamos a lo que vamos– a nuestra bendita clase política. Porque, a ver, díganme si no cabría recordarles a nuestros conspicuos representantes o aspirantes a ello que, cual a su tropa de élite hizo el pontífice, un colectivo “que no hace autocrítica, que no se actualiza y que no trata de mejorar es un cuerpo enfermo” o cómo en la patología del poder anda el creerse indispensables y el sentirse superiores a todos, en lugar de, cual debieran, al servicio de todos. O, siguiendo con el ojito, nenes, que tampoco e