Quitas y perdones
No, no lo tienen nada fácil, desde luego, los chicos de Syriza por más que sus compatriotas les hayan alzado hasta casi la mayoría absoluta no sé si a la a la espera o a la desespera de que consigan el milagro que sus antecesores ya dejaron bien claro que eran incapaces de alcanzar. No, no lo tienen nada, pero que nada fácil, ni desde luego para arreglar puertas adentro tantos arraigados desaguisados como, en efecto, afectaron y aún afectan a la propia desastrosa gestión interna de su país, como –y sin logros ahí ya me dirán qué van a poder hacer– ante una negociación a cara de perro con una Bruselas donde impera la postura de aquí poco hay que hablar no sólo de la Alemania merkeliana sino previsiblemente también de otras naciones –por ahí andan, con elecciones a la vista, Holanda y Finlandia por ejemplo– nada propicias no sólo a simplemente relajar sus rígidos axiomas de austeridad, austeridad y austeridad, sino temerosas de que el ejemplo heleno pueda cundir en otros países y