Pecados y faltas



Pues miren ustedes, se dirigiría, por supuesto, a la curia, pero a quien estas líneas firma le parece que si no con todos, sí que con bastantes de esos quince pecados sobre los que el papa Francisco advertía hace unos cuantos días a los integrantes del gobierno vaticano, bien podría conformarse otra buena listilla de, digamos faltas, más que aplicable –aparte de, mea culpa, al propio articulista y su propio profesional grupo, que a ver quién está limpio de culpa, pero en fin, vamos a lo que vamos– a nuestra bendita clase política. Porque, a ver, díganme si no cabría recordarles a nuestros conspicuos representantes o aspirantes a ello que, cual a su tropa de élite hizo el pontífice, un colectivo “que no hace autocrítica, que no se actualiza y que no trata de mejorar es un cuerpo enfermo” o cómo en la patología del poder anda el creerse indispensables y el sentirse superiores a todos, en lugar de, cual debieran, al servicio de todos. O, siguiendo con el ojito, nenes, que tampoco está pero que nada bien el esconderse tras los papeles y la gestión y perder la sensibilidad humana y con ello la capacidad, les decía Bergoglio a los suyos, de amar al prójimo, y aunque tampoco les vamos a pedir tanto a nuestros políticos –que nos amen, vaya–  pues sí que al menos nos respeten. Y anda que no son también, y sigo copiándole el sermón al  argentino-romano prelado, pero que bien necesarias “la frescura, la fantasía y la novedad” para no encastillarse en “las propias posiciones estáticas e inamovibles”; o cómo no viene tampoco nada, pero que nada mal, dejarse de tanta “rivalidad y vanagloria” y de tanta ambición de ascender “pensando sólo en lo que se puede obtener y no en lo que se debe ofrecer”; o como tampoco son de desechar sus advertencias sobre las enfermedades “de acumular bienes materiales” y de crear “círculos cerrados” o su dedo acusador para aquellos que “transforman su servicio en poder, y su poder en mercancía para obtener ganancias mundanas o aún más poder”. Amonestaciones que, me reitero, nos vienen bien que bien a todos, a toditos todos nosotros sin excepciones, pero que no me digan que no se nos muestran como especialmente pintiparadas para nuestra bendita, benditísima clase política. Y bueno, ya saben, que las líneas son las líneas y no me quedan ya muchas, permítanme que para acabar esta entrega por la que, por otra parte, casi tendría que pagar royalties al ocupante de la silla de Pedro, use las finales para desearles a todos ustedes y a mí mismo que este 2015 que acabamos de estrenar nos resulte lo más favorable y feliz posible. 

Artículo publicado en Las Noticias de Cuenca el viernes 2 de enero de 2015.Foto tomada de Internet

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