Y sin embargo...
Bueno, pues ya las tenemos ahí, las urnas digo. Lo que venía siendo –por ponernos garcíamarquezianos– la crónica de un desastre anunciado vaya si no se confirmó y aquí nos vemos, tras el juego de despropósitos y galleos de unos y de otros, abocados a unas nuevas elecciones el 10 del próximo noviembre que ya veremos si resuelven o no resuelven algo, o nos vuelven a dejar en el mismo sitio y situación que estábamos pero con todos –líderes, partidos y electores– más quemados que antes todavía. Y de aquí a entonces, pues ya sabemos: nuevo compás de espera con gobierno en funciones, con presupuestos prorrogados y con poca capacidad por tanto de hacer frente a tantos retos como, dentro y fuera, ya tenemos o se nos van a venir encima, unos retos que mucho hay que temer que, dado como hemos visto que han ido las cosas hasta ahora, bien poca cabida van a tener –ojalá me equivocara– en la precampaña y campaña que ya se nos avecinan. Vamos, que para echarse a llorar y, desde luego, para