Dejémonos de gaitas




Si algo ha venido a poner meridianamente en claro el dramático climax del ni mucho menos finiquitado pim pam pum entre la Unión Europea y Grecia ha sido la constatación, cual más que acertadamente venía a señalar recientemente en “El Huffington Post” el director de la cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la universidad Rey Juan Carlos Fernando Velasco, de lo sistemático de la crisis  que afecta a la primera, una crisis cuya verdadera causa estaría, le copio sin rubor, “en la debilidad de las instituciones europeas y en la poca valentía para mejorarlas o crear las que demandan los nuevos tiempos”. Dando de lado el resto de su interesante texto, especialmente enfocado, a partir de ahí, a señalar, cómo uno de los elementos que pueden contribuir a afrontar esa crisis sería la actuación del  INTCEN, es decir, el Centro de Análisis de Inteligencia de la Unión (y que, para que nos enteremos, que es que estas cosas ni nos suenan, es un organismo que asesora a la alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad precisamente para la toma de decisiones), dando de lado, repito, el resto del artículo del profesor Velasco, déjenme que tome pie en él para, a mi vez y por poner algo de mi parte que al fin y al cabo se supone que estas líneas me las curro yo –y desde  luego sin pensar que descubro Mediterráneo alguno, que anda que no lo han dicho y bien explicado tanto otros– para subrayar, digo, cómo tanto el rifirrafe euro-heleno como el propio mal bacheado discurrir todo del proceso europeo, incluida la respuesta a ese más global maremágnum que hemos venido llamando crisis económica por no llamarlo cuasi desastre, tiene como una de sus principales causas la mantenida confrontación-contradicción entre los intereses de los distintos estados y los realmente europeos, lógica y necesariamente, se mire por donde se mire, supranacionales. Y en tal tesitura, déjenme que me ponga utópico y sueñe con que la maldita crisis pueda acabar conduciéndonos –lo  mismo hasta podemos llegar a ser racionales– a una reformulación y reestructuración de esas relaciones Estados-Unión que acabe llevándonos, potenciando la senda sociopolítica y aunque sea pasito a pasito, hacia una verdadera comunidad.  Porque, dejémonos de gaitas, de lo que se trata está bien claro: o más Europa o menos Europa. Y quien esto firma –cuesta tanto despojarse de los bellos ideales – siempre abogará por lo primero.

Artículo publicado en Las Noticias de Cuenca. Sección DÉJENME QUE LES DIGA. Semana del 7 al 13 de agosto de 2015. Foto tomada de internet

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