Ante Copenhague 09



Con la vista puesta en Copenhague, la embajada ciclista de la Asociación por el Medio Ambiente y contra el Cambio Climático, tras su paso por tierras conquenses y guadalajareñas, entra hoy en las sorianas prosiguiendo la ruta europea que, tras dos meses y tres mil kilómetros, les ha de llevar a primeros de diciembre a la capital danesa para entregar a los responsables de la Cumbre del Clima que en ella tendrá lugar un mensaje más de cuantos, en todo el mundo, les piden – les pedimos – que, dando a un lado diferencias y egoísmos nacionales alcancen (y posteriormente cumplan) un acuerdo - en relevo del no demasiado fructífero protocolo de Kyoto - lo suficientemente efectivo y funcional para luchar contra el pernicioso resultado de tantas de nuestras actividades coadyuvantes en el proceso de calentamiento global que afecta a nuestro planeta. Acción simbólica a golpe de pedal hermana de tantas otras iniciativas, cual, por ejemplo, la que el pasado sábado llevaba a cabo el mismísimo gobierno de las Maldivas cuyos integrantes, con su presidente a la cabeza, no dudaban en enfundarse el traje de buceador para, a seis metros bajo la superficie del agua, celebrar reunión y firmar una resolución pidiendo el freno de esas emisiones de gases de efecto invernadero que amenazan la propia existencia de su país al que el aumento de tan sólo un metro del nivel del mar borraría del mapa. Únanse modestamente a ellas, una vez más, y a riesgo de ser pesado, las líneas de la entrega de hoy del columnista.
Publicado en Columna Cinco, Grupo El Día, el martes 20 de octubre de 2009. Foto de Rebeca Blanco, El Día de Cuenca.

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