Se despertó


Se despertó con el regusto del último sueño aún tan en el envés de la memoria que por un instante creyó poder atraparlo en la recién recobrada conciencia, mas se le escurrió en seguida dejándole tan sólo la ingrata sensación de haber fantaseado con algo particularmente atormentador. Renunciando a seguir esforzándose en recuperarlo, se dio la vuelta para de inmediato constatar que su mujer ya no yacía a sus espaldas. Alarmado, oprimió el interruptor de la lámpara y su ojeada al radio-reloj – cuyo timbre sin duda ella debió, cual su costumbre, eliminar antes de que sonara para vestirse en silencio sin despertarle, pero que sin duda había olvidado volver a conectar – eliminó de raíz cualquier posible remoloneo al indicarle que apenas le quedaba tiempo para mal trajearse si quería llegar al trabajo. Saltó de inmediato del lecho y, sin siquiera calzarse las zapatillas, se lanzó angustiado hacia la puerta del dormitorio. Fue tan sólo cuando, su mano a punto ya de alcanzar el pomo, escuchó el rasposo carraspeo que tan bien conocía, se giró y constató que su cuerpo aún seguía roncando entrecortadamente entre las sábanas, cuando comprendió que, nuevamente, la ansiedad de sus tantos meses en paro había vuelto a jugarle la mala pasada de otro arrebatado onírico saltar de la cama que ni siquiera, cuando dentro de un rato más o menos largo se despertase, recordaría, ya que tan sólo le quedaría en el envés de la memoria el impreciso regusto de haber vivido en sueños otra desasosegante pesadilla.
Publicado en Columna Cinco, Grupo El Día, el martes 16 de febrero de 2010. Foto tomada de internet

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