Arrimar el hombro


Nosotros - ya sabéis, los de a pie - ya hemos cumplido o vamos, vaya que sí, a cumplir (o a seguir cumpliendo que ya me dirán si nuestros ahorrillos, mordidos por comisiones e intereses, tienen o no que ver con la estos días bien probada solidez en la europea carpa de nuestros bancos). Que sí, que hemos y vamos a cumplir; no voluntariamente, desde luego, ni de buena gana pero, toma ya si no vamos, paganos una vez más, a poner nuestro grano – o nuestro saquito, qué demonio - de arena para solucionar ese berenjenal de cuya génesis maldita sea si tuvimos arte ni parte, que ésas – la mala arte, la aviesa parte – la pusieron, fuera y dentro, otros, cual bien se sabe. Que sí, que ya sabemos lo que nos toca y claro tenemos lo que también nos va a tocar - que ahora viene lo de la reforma laboral - y con ello, qué remedio, apechugaremos y puede que – pero qué pedazos de pan, ¿no? – hasta le hallemos algún punto de justificación por aquello de a ver si se arregla la cosa; mas de verdad, de verdad de la buena, que estamos un pelín desconcertados porque, seguro que es cierto, pero, cortitos que somos, no acabamos de entender que si el paro es un problema de aquí te espero, a renglón seguido se nos diga que para salir del atolladero hay que hacer que el despido - ¿eso no aumenta lo otro? - les salga más fácil y más barato a los empresarios… pero bueno, es lo de menos que nunca supimos de economía; lo que sí nos preguntamos, ténganlo por seguro, es si alguna, alguna, alguna vez les tocará a otros arrimar, ellos también, el hombro.
Publicada el martes 22 de junio de 2010 en Columna Cinco. Grupo El Día. Foto tomada de internet

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