No seamos hipócritas



Vaya por delante que a quien esto firma le parece de perlas que Wikileaks – y los diarios que han acogido sus revelaciones - hayan sacando a la luz pública los detalles de los sórdidos tejemanejes de los servicios diplomáticos de este nuestro universo mundo; pero, ello dicho, dejen que exprese su perplejidad por quienes tanta sorpresa muestran al respecto. De verdad, dejando aparte los detalles concretos de cada enredo, ¿son tantos los inocentes que se han realmente sorprendido de que las cosas sean así tras tanta información ya publicada – los vuelos de la CIA o la tan poco ética postura de nuestro país, gobierne quien gobierne, con la cuestión saharahui, sin ir más lejos – o, qué demonio, simplemente después de haber visto tantas películas – ya, que son ficción - sobre esos mismos sucios trasfondos? ¡Venga ya! Más bien reconozcamos que siempre lo hemos, si no del todo sabido, miren que me pongo en buen plan, por lo menos barruntado. Lo que ocurre es que mientras no lo supiéramos oficialmente, bien que nos venía hacernos el tonto por mejor trasegarnos sin mala conciencia el plato de lentejas por el que – nosotros las manos bien limpitas – hubieran cambiado nuestra decencia. Bien, vale, es una opción pero, por favor, no seamos hipócritas: dejemos de poner los ojos como platos y hacernos los estupefactos como si jamás hubiéramos sospechado nada. Y añadiendo un algo, ¿de verdad queremos esa transparencia que, por lo menos un cierto número, de boca para fuera, reclamamos? Ojalá así fuera.
Publicado en Columna Cinco, Grupo El Día el martes 21 de diciembre de 2010. Foto tomada de internet

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