Tradición y esperanza



Aún no había vuelto a confirmarse, otra vez, el a cada día más infalible axioma que nos asegura que en cuanto cualquiera de los integrantes del gobierno afirma que algo no va a ocurrir, vaya si no se nos viene encima – ¡toma ya rescate, perdón, en qué estaría uno pensando, línea, línea de crédito! – y - era el jueves pasado - olvidaba el columnista, al menos por unas horas, los ahogos y sofocos del caótico estar sin vivir financiero que nos acosa, reencontrándose con una de las celebraciones más singulares de la festividad del Corpus de cuantas se llevan a cabo en nuestra región y en el propio entero mapa estatal, la de la toledana localidad de Camuñas: del atrio de la iglesia a la plaza del Reloj, luego ya en ella y a continuación por las adornadas calles de la villa, Pecados y Danzantes escenificaban un año más, fieles a una tradición de siglos, el mantenido combate del bien y del mal, del vicio y la virtud, de la luz y la oscuridad. Y en tanto asistía al ritualizado enfrentamiento de los primeros, expreso en sus aullidos de protesta y en el provocador roce de sus varas contra el empedrado suelo en el exterior del templo, con la reverencial piedad en el interior del edificio de los segundos antes de que en el posterior tejer ritualizado del Cordón, piedra angular de la fiesta, obsesivamente punteado por el redoble del tambor, el insistente retumbo de las sonajas y el mantenido entrechocar de las porras, la Madama, símbolo de la fe, vaya atrayendo al sendero de la gracia a todos cuantos en él participan, incluidos quienes en la sacra-popular escenificación personifican el error pero que acabarán rindiendo pleitesía – carrera y genuflexión - a la custodia entronizada en el tabernáculo erigido al efecto, en acatamiento luego repetido ante cada uno de los altarcillos alzados por los vecinos a lo largo del recorrido procesional, en tanto, perdonen la reiteración por mejor volver a coger el hilo del discurso, el columnista   contemplaba las evoluciones de la Gracia y del Demonio, del Capitán “La Caridad”, el Alcalde “La Esperanza”, la Pecadilla o  el Correa, de cuantos cada año mantienen viva la ancestral tradición, vino a reconfortarle el pensar que el que un pueblo esté dispuesto a mantener sus raíces y su forma de ser pese a cuanto suceda, no es mal motivo de esperanza en los tiempos que corren.


Publicado en El Día de Castilla La Mancha y en El Día Digital el martes 12 de junio de 2012. Foto del autor.

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