Sal y sonrisas
Faltaban todavía dos o tres horas más veinticuatro, sábado,
media tarde, para que los chicos de del Bosque, aupa
"la roja", les dieran un baño de buen hacer y goles - cuatro a cero,
ni los más optimistas, oiga - a los bambinos de "la azzurra",
y acababa el columnista, tras las fatigas de su accidentado viaje, de acogerse
al cálido abrazo de un Mediterráneo que ni las climatizadas, mire,
cuando vio llegar para acompañarle, en brazos de sus padres, el desnudo
cuerpo de su nietecilla, ni seis meses todavía, en el que iba
a ser su marítimo bautizo.Fue entonces,al contemplar su
primero asombrada, luego complacida sonrisilla y a continuación las
ávidas lametadas a las salinas gotas llegadas a sus labios, cuando, en
tanto el sol jugaba al escondite sus anaranjados guiños tras el
discontinuo celaje, ahora me véis, ahora no me véis, de las nubes vespertins,
cuando se le borraron definitiva y totalmente de la memoria el que su
coche le hubiera dejado tirado a tan pocos kilómetros del final
de ruta - benditos, por cierto y por una vez, los móviles, bendita la
asistencia en carretera, exquisita la amabilidad de los mossos d'esquadra
-, la subsiguiente larga espera de la grúa bajo el entonces, pleno
mediodía, vaya si inclemente fulgor del astro rey y el mismo
posible alto costo de la reparación del vehiculo; y cuando sintió que en
su propia boca se copiaba, mimético, casi el mismo, pero que el
mismo gesto de satisfacción que veía florecer en la de la
chiquilla, comprendió que el verano, este preciso verano, iba a darle, le
estaba ya dando, el más impagable regalo de felicidad, sol, sal y
sonrisas, nunca recibido.
Publicado en Columna Cinco de El Día de Castilla La Mancha y El Día Digital del martes 3 de julio de 2012. Foto tomada de internet
Enhorabuena, güelo. Ah, intuición o chiripa, yo vaticiné 4-0 justo tras el gol de Silva. Y recordé mi vaticinio al descanso. Adolfo.
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