¿Haremos algo?


Pues la verdad, no sé si, a pesar de todo, a pesar de que cada vez los datos son más claros, constatados y rotundos, acabamos de creérnoslo. Y si nos lo creemos, la verdad, bien poquito se nos nota porque ahí seguimos, a lo suicida, sin hacer prácticamente nada, o bien, pero que bien poquito, para remediar la que se nos viene, qué digo, la que ya se nos está viniendo encima. Hablo – les hablo – del cambio climático. Sí, no se me sonrían ni me digan que no está el tiempo para bollos. Claro que andamos –o al menos eso nos dicen– a la cuarta pregunta, pero ¿realmente podemos olvidarnos de que no dentro de poco sino ahora, pero que ahora mismo ya se notan sus efectos, esos que durante tanto tiempo ha habido quien los ha querido negar? Pues déjenme que les diga que a mí vaya si no me merecen crédito las conclusiones que estos mismos días –tras habernos reiterado ya el pasado septiembre la buena parte de culpa que tenemos en el hecho- han hecho públicas los integrantes –centenares de investigadores y estudiosos de todo el mundo- del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el IPCC le dicen, creado en 1988, que ya va para largo, por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que digo yo que serán alguien, ¿no?; un Panel cuya misión, se lo copio textualmente, es “analizar, de forma exhaustiva, objetiva, abierta y transparente, la información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender los elementos científicos del riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas, sus posibles repercusiones y las posibilidades de adaptación y atenuación del mismo”. Pues esas conclusiones, miren ustedes, lo que nos dicen es que esos efectos son ya pero que bien observables en muchas partes de nuestro maltratado planeta -olas de calor, sequías y ciclones; descensos de las cosechas, cambios en las precipitaciones que afectan el acceso a los recursos hídricos, degradación de los ecosistemas... – lo que, aparte de sus directas consecuencias también puede, indirectamente, “incrementar el riesgo de conflictos violentos en forma de guerra civil y entre comunidades al amplificar factores instigadores de conflictos bien documentados como pobreza y perturbaciones económicas”. Se supone que estos informes deberían ser tenidos en cuenta en las negociaciones de las próximas cumbres internacionales sobre el clima pero ¿ustedes creen que si ni siquiera nosotros, los ciudadanillos de a pie, nos lo tomamos en serio, nuestros queridísimos dirigentes se pondrán de acuerdo para afrontar la amenaza? ¿Haremos de una maldita vez algo para, de alguna manera, obligarles a hacerlo?


Publicado en Las Noticias de Cuenca. Sección "Déjenme que les diga". Semana del 4 al 10 de abril de 2014. Foto tomada de la página web Ojo Científico. 

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