Hallazgos
Imagen de archivo del yacimiento de Buenache de la Sierra. Foto: Unidad de Paleontología de la UAM.
No había venido teniendo
la presencia mediática que los del cercano paraje de Las Hoyas o el de Lo Hueco
pero miren por donde el yacimiento paleontológico de Buenache de la Sierra nos
acaba de dar la noticia científica del verano conquense con la aparición en él
de un fósil de grandes dimensiones que por las características que presenta
parece que, a tenor al menos de las primeras declaraciones de sus descubridores,
podría conformarse como un hallazgo de especiales importancia y relevancia.
Como en la más típica película el descubrimiento llegaba cuando a punto estaba
ya de cerrarse la campaña de excavaciones –la tercera realizada en él desde que
comenzara a estudiarse hace cinco años– y que ha llevado a cabo el equipo de la
Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma madrileña, una campaña por
otra parte no especialmente intensa ya que se había optado por centrar el
grueso de los trabajos en Las Hoyas. Falta ahora por conocer de qué animal
estaríamos hablando –se habla de que podría tratarse tanto de un dinosaurio
como de un cocodrilo o un pterosaurio aunque a la cauta espera de lo que acabe
determinando el estudio de los restos descubiertos– pero ya se especula con la
posibilidad de que pudiera llegar a competir en cuanto a repercusión icónica
con el Concavenator corcovatus, el popular “Pepito”, encontrado a su vez en
2003 en Las Hoyas, especial invitado en nuestro MUPA e incluso vuelto personaje
fílmico hollywoodense, uniéndose como compañero al Lohuecotitan pandafilandi,
el saurópodo gigante hallado a su vez en
el yacimiento de Lo Hueco. Lo lo que sí queda más que claro es la importancia
que para la investigación paleontológica tienen los yacimientos del Cretácico de
nuestra provincia –algunos de los más importantes reseñados en la Europa
occidental– que, pese a las limitaciones que las posibilidades económicas, en
especial en tiempos tan duros como los actuales, marcan a los trabajos, no dejan
de brindar resultados, algunos tan espectaculares para el gran público como los
reseñados, otros menos llamativos en ese sentido pero de tanta validez cual la
de ellos para el conocimiento de la fauna y la flora de esa época. Una riqueza
para la investigación científica pero también un recurso a aprovechar cada vez
más como base de un turismo paleontológico y también geológico –añádanle por
ejemplo a la oferta en claves como los del Triásico del rodenal del Cabriel, las
calizas tableadas del fondo del barranco de Villalba de la Sierra o las
mismísimas dolomías que conforman las hoces de nuestros Júcar y Huécar– que,
por supuesto que respetando siempre los lógicos y necesarios condicionantes de
cuidado y preservación, añadir a nuestra oferta vacacional y de ocio junto, junto
a otras nuevas posibilidades como, aunque sea salirse ya del tema estricto que
motivaba este texto, las de ese astroturismo que también a lo que se ve está
iniciándose entre nosotros.
Artículo publicado en Las Noticias de Cuenca del 16 de julio de 2021 y en la edición digital
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