Cine, cine, cine…
Cine, cine, cine, más cine, por favor cantaba el
Aute, los más mayores seguro que se acuerdan, hace ya tiempo. Pues eso, justo
eso –cine, cine, cine y sin favor ni nada– es lo que el Chaplin, el cine club
Chaplin de Cuenca, se empeña, se viene empeñando en ofrecer a sus conciudadanos, temporada
tras temporada, desde va a hacer ya cuarenta y cinco años, los que van de su
fundación en el 70 del pasado siglo hasta ahora, que anda que no son. Pero no
contenta con ello, terca y a lo que se ve imperecedera, la que hoy por hoy es
la asociación cultural más antigua de cuantas conforman el panorama provincial al
tiempo que la más numerosa –seiscientos cincuenta socios, ahí es nada– no duda
en plantearse nuevos retos, de la posible alianza con el ese sí que aún infante
cine fórum que de la mano de Pepe Alfaro o Pablo Pérez decidiera recientemente echar
también su cuarto a espadas en el cinéfilo corrillo conquense a la edición de
una publicación o al intento de recuperar, adaptándolas quizá a los nuevos
tiempos, aquellas Semanas de Cine que, antes de su sustitución por el luego
tristemente desaparecido Festival “Mujeres en dirección”, citaban anualmente a
los conquenses, durante sus dieciocho convocatorias, al encuentro no sólo con
el visionado, a más de otros títulos, de la más reciente producción española de
ese momento –incluso bastantes ocasiones antes de su estreno en las pantallas
comerciales– sino al contacto directo con muchos de sus responsables, realizadores,
guionistas, actores, productores… tanto en la previa presentación al pase de sus
obras o en los coloquios posteriores a su proyección, una iniciativa que no
debería extrañar a quienes aún recuerdan, aún recordamos, cómo el Chaplin
estuvo ya implicado en su organización del mismo modo que con anterioridad
había conseguido que Cuenca no se quedara sin cine haciéndose cargo
transitoriamente de la gestión del Teatro Xúcar en tanto se conseguía la
apertura en la ciudad de los multicines de la plaza del Cinematógrafo, en
memorable jugada en la que también jugó, junto al ayuntamiento capitalino, su
baza. Ojalá, ojalá que la fortuna le sea propicia y se consiga aunque ahí sí
que además del entusiasmo y trabajo de los chaplineros –que a más de todo lo
dicho conforman la única asociación cultural que se mantiene a sí misma con la
aportación de sus integrantes, sin ayuda ni subvención ajena alguna–, ahí sí que
van necesitar que les echen una mano, y más, económica y funcionalmente, las instituciones. Ustedes qué piensan: ¿Habrá
“the end” feliz?
Publicado en Las Noticias de Cuenca Sección DÉJENME QUE LES DIGA. Semana del 2 al 8 de octubre de 2015
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