¿Qué ciudad?
Que para hacer lo que
sea lo primero que se tiene que tener claro, pero que bien clarito, es lo que
se quiere conseguir es evidentemente eso que no sé las nuevas generaciones pero
desde luego la de quienes nos precedieron llamaron siempre una verdad de
Perogrullo, una perogrullada, vamos, o séase, copiándole directamente la
definición al mismísimo docto diccionario de la Real Academia, una verdad o
certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla. Pues
qué quieren que les diga, ¿no les parece que a esta nuestra Cuenca ciudad de
cada día lo que a la hora de su gestión le ha faltado, pero que desde siempre,
ha sido precisamente eso, el tener claro, antes de hacer esto o aquello, qué
tipo de ciudad queríamos tener? Porque la verdad es que cuando uno echa la
vista atrás no deja de darle la impresión que lo que nos ha pasado, y desde
luego, vaya que no, les ha pasado desde luego en general a nuestros munícipes,
que al fin y al cabo son quienes más patente deberían tener tan palmario punto
de partida, es que cuanto se ha ido haciendo se ha hecho más a golpe de
ocurrencia que como fruto, más allá de eslóganes o más o menos afortunados, de
un plan común encaminado a conseguir un tipo de ciudad determinada; y así nos
ha ido. Por eso a este articulista –al que ya saben que, pese a su ya larga
experiencia le dan de cuando en cuando ataques de ingenua esperanza– le pareció
tan bien, pero que tan bien, ese debate que propiciado por el actual
consistorio, aplausos para él, tenía lugar a finales del mes pasado para
recoger la opinión ciudadana cara a la elaboración de un plan de movilidad
sostenible por cuanto –más allá de las propias conclusiones de los en él participantes
(recuperación por ejemplo, recordemos, de la calle como red peatonal y
ciudadana con aceras más anchas, iluminación mejorada, presencia de arbolado o
renovación de fachadas, medidas todas ellas a considerar en la elaboración de
una planificación abordadora de la problemática toda del espacio urbano)– pudiera significar, crucen los dedos, de
primer paso cara a que, colectivos sociales, expertos y gestores de la mano y
sin prisas que nunca son buenas pero seriamente, vayamos por fin hacia el establecimiento de
cómo debe ser, de cómo creemos que debe ser –y si nos equivocamos pues mire
usted, mala pata– la ciudad, nuestra ciudad, para, con la mirada en esa imagen
ideal pero definida, ajustar a ella
cuantas acciones nos permitan circunstancias, recursos y posibilidades. ¿Lo
veremos?
Publicado en Las Noticias de Cuenca Sección DÉJENME QUE LES DIGA Semana del 20 al 26 de noviembre de 2015. Foto del autor.
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