Una lucha necesaria

     Venecia. Imagen tomada de internet


Bien, ahí tienen, pero que bien claritos, uno más particular, otro más general, dos claros ejemplos al canto: en tanto en los hasta hace bien poco turbios canales de Venecia las aguas, con la desaparición del turismo motivada por el decreto del gobierno italiano que cerró la región en la madrugada del pasado sábado 7, no sólo se han vuelto transparentes sino que en ellas se hace presente, quién lo hubiera dicho, el nadar tranquilo de los peces, a un nivel más global, las imágenes tomadas a más de ochocientos kilómetros de la superficie terrestre durante los últimos días por el satélite de la Agencia Espacial Europea Sentinel 5 muestran –por efecto de las restricciones al movimiento impuestas por la lucha contra la pandemia del Covid 19– un drástico descenso de la contaminación en buena parte de Europa, un descenso que los investigadores aún no han cuantificado –en ello están– pero que a simple nivel visual se muestra espectacular en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, París, Lyon, Roma, Milán o Nápoles. Son hechos coyunturales, claro, pero evidentemente más que demostrativos de cómo y cuánto nuestra en tantos aspectos disparatada actividad económico-social contribuye a pegarnos un más o menos gradual o lento pero a la postre efectivo tiro en la sien de nuestra global existencia. Son hechos cuyo peso palmario, si de verdad fuésemos esos seres racionales que afirmamos ser los humanos, deberían de llevarnos a cambiar radicalmente nuestros modos de actuar, aunque mucho es de temer –que bien hemos venido demostrando nuestra capacidad de olvido y nuestra irresponsabilidad de juicio– que cuando consigamos llegar al final del oscuro túnel por el que estamos discurriendo demos a un lado estas evidencias y la necesidad absoluta de ese cambio en aras de una inmediata, cortoplacista “recuperación económica” –por otro lado de quién y para quién–, pan relativo para hoy, desastre seguro para mañana. Ojalá no sea así y, rebelándonos tanto contra nuestro propio egoísmo como contra quienes tantas veces nos han impuesto sus personales intereses privados, exijamos –que vaya a ser difícil y con muchos inevitables ten con ten no implica que haya de ser imposible– ese mundo mejor al que tenemos derecho tanto nosotros como nuestros actuales y futuros descendientes. Si somos muchos y nos movemos en la misma dirección puede que, pese a todo, tengamos más fuerza de la que pensamos. Será una lucha larga, ardua y complicada pero vaya si no merecerá la pena.    


Publicado en la edición digital de Las Noticias de Cuenca  el viernes 27 de marzo de 2020
https://www.lasnoticiasdecuenca.es/opinion/lucha-necesaria-1267

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