No se entendería
No, no se entendería
que la Unión Europea no se diese cuenta –y al hacerlo actuase en consecuencia–
que no cabe otra que el actuar de forma coordinada, funcional y solidaria para
hacer frente tanto a la pandemia misma como a sus cada vez más claras
consecuencias socioeconómicas. Lo acaba de decir, entre tantos otros, la
mismísima presidenta del Santander, Ana Botín, que en la reciente junta de
accionistas del banco instaba bien claro
a ello: “Ahora es el momento de que Europa esté a la altura de las
circunstancias y lidere una respuesta más rápida y más coordinada. Es el
momento de mostrar la cara más solidaria de Europa. Eso es lo que permitirá
reforzar la confianza de todos los ciudadanos en el proyecto europeo y seguir
avanzando en él. Sin solidaridad no hay unión. Es el momento de que Europa se
una y actúe de forma decisiva, y juntos”. Y miren ustedes, lo hacía sin
–congratulémonos, con sorpresa o sin sorpresa de ello– hurtar las propias
responsabilidades al afirmar también que “Esta crisis no es una crisis
financiera como la del 2008. Hoy, los bancos somos parte de la solución. Somos
mucho más fuertes y estamos preparados para afrontar desafíos globales como el
coronavirus. Nuestra misión es contribuir al progreso de las personas y las
empresas tanto en los buenos como en los malos momentos". ¿Cabe decir otra
cosa que amén y que se cumpla? Claro que, hablando de lo que no se entendería,
lo que desde luego mucho menos se entendería es que, por aquí, de puertas
nacionales para dentro –y dando de lado posiciones tan disparatadas como las de
Vox pidiendo, justo ahora, en medio de la lucha contra el virus, que Sánchez
dimita y el gobierno de emergencia
nacional que debería formarse encargara al ejército que se hiciese cargo de
“toda la logística” y de los “servicios esenciales del Estado”– no se
entendería, repito, lo creo firmemente, que fuerzas políticas como el Partido
Popular, salvando su indudable derecho a la crítica y a la fiscalización de la
acción del gobierno, no antepusiera la consecución del bien común a sus
intereses estratégicos y, expresando todas las discrepancias que considere, no
diera de lado su por ahora anunciada oposición frontal a las nuevas medidas del
ejecutivo máxime cuando además, al menos a juicio de este articulista, no está
aportando de forma clara ninguna alternativa global estructurada al plan
gubernamental. No, no se entendería que, desde luego que puntualizando sus
diferencias y tratando de introducir las mejoras que considere, no acabe formando
frente común con el gobierno. Porque de lo que se trata, vaya si no está claro,
es de aunar esfuerzos para conseguir, por encima de intereses de parte de
cualquier tipo, el bien común; ese bien común que, como estos mismos días nos
recordaba –mentira parece cómo se nos olvida–, ese espléndido filósofo que es
Emilio Lledó, ha de ser el objetivo único de la política, un bien común “que
solamente se puede realizar por el predominio de los intereses colectivos sobre
los individuales”. Ojalá que esta crisis sirva para que, como también ha dicho,
“nos reinventemos para mejor, que maduremos como sociedad”.
Artículo publicado en la edición digital de Las Noticias de Cuenca el sábado 4 de abril de 2020
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