A la espera
Como tantos otros
sectores sociales –de modo especialmente significativo el de la educación con
el cada vez más cercan temido retorno a las aulas– también el de la cultura
anda, en lo que a actividades públicas se refiere, a la espera, tensa,
desconfiada espera, de cómo vayan discurriendo las cosas –léase
el hoy por hoy tan imprevisible desarrollo de la pandemia– en los próximos
meses. Aun cuando algunas convocatorias como la ya con éxito llevada a cabo de
Estival Cuenca o la actualmente en desarrollo este fin de semana de Conka
Street, apoyadas en las favorables circunstancias de su realización en espacios
abiertos han podido cumplir en cierta medida con sus citas, bien distinto es el
panorama que se presenta para muchas otras, posiblemente todas, de las
habitualmente presentes en el calendario conquense dado que suelen llevarse a
cabo en meses mucho menos o nada
propicios para poder desarrollarse al aire libre. Es el caso por ejemplo, por
citar algunas de las más conocidas y de más continuada presencia en esa agenda,
de las sesiones del Cine Club Chaplin –añádanle el agravante de que ahora mismo
las salas de los Multicines donde se llevan a cabo estén cerradas–, de las
representaciones escénicas propiciadas por la Asociación de Amigos del Teatro, del
programa de charlas y debates de cada martes de la Real Academia Conquense de
Artes y Letras, o las ya desde hace nueve años asentadas en la oferta ciudadana
jornadas del festival Poesía para
Náufragos que además precisamente este año andaba preparando una antología de
los más de cien escritores que han participado en ellas como invitados a lo
largo de las ocho ediciones anteriores, algo que, al menos ello sí, estará,
según parece, en las librerías por esas fechas del mes de noviembre en que aquéllas
se celebraban. Ello, por no hablar del acostumbrado abanico de convocatorias
que cada temporada se ofrecían desde y en los espacios interiores del anteriormente
citado Auditorio de la hoz del Huécar, clausurados desde el 11 del pasado
marzo. Mucho es de temar que, a menos que, casi habría que hablar de milagro,
mejoren mucho las circunstancias, la mayoría tengan que esperar tiempos, es
decir años, mejores. Lo dicho, que por desgracia hoy por hoy su única
posibilidad es seguir en esa la en verdad que tan poco esperanzada espera.
Lástima.
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