Sanidad y presupuestos
Foto tomada de internet
Si algo ha puesto
especialmente de relieve la dura bofetada de la pandemia ha sido la necesidad
de potenciar un sistema sanitario del que tan orgullosos parecíamos estar y que
sin embargo a la hora de la amarga verdad ha revelado tan numerosas carencias.
Es por ello que –y dando de lado en el presente comentario la evidente
necesidad de acometer reformas estructurales que aseguren su sostenibilidad a
corto y a medio plazo mediante un pacto político-social por la salud que
empiece a abordar de manera decidida y con acciones concretas los retos a los
que se enfrenta ese sistema, tema asaz más complejo–
parece casi de cajón que cuando el proyecto de Presupuestos de nuestra
Comunidad Autónoma acaba de iniciar, con su presentación por el Consejero de
Hacienda y Administraciones Públicas el pasado 27 al presidente de las Cortes
regionales, el camino de su aprobación, le echemos de inmediato el ojo a las
partidas referidas precisamente a esa área, y en concreto, desde estos nuestros
particulares provincianos intereses, a las que en el Proyecto hacen referencia
a Cuenca, unas partidas que, avanzadas por la delegada de la Junta en Cuenca y
el delegado provincial de Hacienda y Administraciones Públicas, a más de los
veinticinco millones de euros previstos para continuar con la construcción del
nuevo hospital de la capital y sus accesos prevén algo más de 1.100.000 euros
para la construcción del Centro de Salud de Horcajo de Santiago, 1.200.000 para
la ejecución del de Campillo de Altobuey y otras distintas cantidades para los
de Mota del Cuervo, Sisante, Carboneras de Guadazaón, Villamayor de Santiago,
Talayuelas y Cardenete, partidas todas ellas que, dada la actual composición
del parlamento castellanomanchego, hay que suponer que no experimentarán
demasiados cambios hasta su consolidación final. No es este comentarista
precisamente un experto en el tema y por tanto
no se atreve a precisar sin serían o no las más adecuadas y correctas
dentro del mapa provincial de necesidades –aún
cabrían, evidentemente, toques o incluso inclusiones para su mejora al amparo
de su trámite parlamentario– pero bienvenidas sean evidentemente por los
beneficios que de seguro conllevarán, pero ello no obsta a que nos continuemos
planteando cuestiones tan a su vez importantes como el imprescindible aumento generalizado
de la dotación de profesionales y especialistas en todos los puntos de salud
del territorio conquense y castellanomanchego –y su
necesaria continuidad alejados de temporalidades– o la resolución definitiva de
conflictos tan enquistados en el tiempo como el que afecta al sector del
transporte por ambulancias, junto a, también, la posibilidad –expertos habrá
piensa quien esto firma que podrían elucidar el asunto– de plantearse si no
sería conveniente que, en un cierto plazo, el hospital capitalino no fuese el
único existente –ya sé que son palabras mayores–, cual hoy ocurre, en nuestro
mapa provincial.
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