Un sueño histórico
“Razón, humanismo y
libertad están en el corazón de muchas de las decisiones históricas que estamos
tomando en este año tan diferente de otros” afirmaba el pasado miércoles en
Bruselas la mismísima presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen en el curso del debate parlamentario
previo a la votación que daba finalmente luz verde al marco financiero plurianual
de nuestra bendita Unión Europea para 2021-2027, palanca de ese fondo de
recuperación contra la Covid, verdadero esfuerzo de solidaridad de sus
veintisiete estados miembros que, pese a las hasta el último momento existentes
reticencias de algunos de ellos, supone en efecto, sin duda alguna, un salto
político no hace tanto del todo impensable en la historia del club continental.
Casi, casi le dan ganas a este cronista –que además hoy se ha levantado
especialmente, pese a todo, optimista– de
ponerse en plan Martin Luther King y soltarles hoy aquí aquello de “I have a
dream” –ya
saben, “yo tengo un sueño”– máxime cuando ésta que ha sido calificada de revolución no sólo
presupuestaria sino política (vaya si no lo es) era aprobada, con el
apoyo de los grupos popular, socialista, liberales y verdes (a ver si otros
aprenden por acá, por estos nuestros nacionales pagos, a ponerse de acuerdo en
lo importante) por una abrumadora mayoría de la Cámara. Añádanle el que en un
voto en paralelo, las señoras y señores eurodiputados validaron también la
regulación que vinculará el desembolso de fondos al cumplimiento de los valores
del Estado de derecho, lo que en principio –con esos matices que al final
consiguieron Hungría y Polonia a cambio de dar su brazo a torcer, pero bueno…– permitirá que se congelen las ayudas
a un país si se producen violaciones del estado de derecho que afecten al
presupuesto comunitario si así lo propone la Comisión y es aprobado por una
mayoría cualificada de los veintisiete y desde luego no nos queda sino
felicitarnos a tope de lo alcanzado. Y es que son acuerdos que, a más de
suponer, como también ha señalado von der Leyen, “la mayor transformación de la
economía del continente en décadas”, vienen a dibujar un
futuro (déjenme, ya les
digo, soñar, no me quiten la esperanza) que –alejados por fin, que ya era hora, de esas
medidas de austeridad que antes tan empeñados estaban sus rectores en aplicar y
por desgracia aplicaron y que además anda que no se iban a demostrar, a más de
injustas para los más afectados, realmente más que ineficaces– un futuro, digo,
que gracias a esos acuerdos debería conformarse, como también se ha señalado –en
este caso son palabras de la líder del grupo socialista, la
europarlamentaria española Iratxe García– como “más sostenible, con inversiones sociales y
con una estrategia digital democrática”. Pues amén, ¿no? A ver, a ver si es
verdad –que ahora sí parece menos utópico de lo que
nos venía pareciendo– que vayamos haciendo factible el sueño histórico de esa
Europa unida, actuante y solidaria que tantos de mi generación en este nuestro
zarandeado país nos empeñamos en –lo dicho– soñar cuando por fin alcanzamos
nuestra incorporación a la Unión; lo mismo podemos.
Artículo publicado en Las Noticias de Cuenca, edición impresa de 18 de diciembre de 2020 y en la edición digital
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