Herramientas y formación
Foto cortesía de Las Noticias de Cuenca |
Entre tantas noticias
aciagas que saltan a los medios informativos también se cuelan de cuando en
cuando otras buenas. Como por ejemplo la de que la localidad de Pinarejo, en
nuestra provincia, pueda disponer ya de fibra óptica gracias al plan de
implantación de Telefónica para dotar, según se nos dice, de esta
tecnología a todos los municipios de Castilla-La Mancha, un objetivo que ojalá
se alcance, como también se nos señala, “lo antes posible”. Ojalá así se cumpla
y tantos conciudadanos en nuestra autonomía puedan tener a mano, como ya parece
ser que tienen los poco más de doscientos pinarejeros que hoy componen la
población de este municipio cuya historia demográfica no es sino un ejemplo más
del progresivo despoblamiento – en 1960 tenía mil cuatrocientos habitantes
censados, aunque, eso sí, muchos tenían que buscarse el pan en recolecciones
agrícolas temporeras fuera de su territorio – en esa importante porción de
nuestro mapa nacional que hemos dado en llamar la España vaciada. Porque
evidente es que una buena cobertura de banda ancha resulta vital para poder al
menos aminorar la brecha digital que en general afecta a los municipios atacados
por esa tan generalizada diáspora en nuestro medio rural, por su condición de
herramienta primordial, clave y en el fondo imprescindible para incorporarlos a
una conectividad que haga posible a sus ciudadanos el acceso a servicios y a
otras herramientas fuente de productividad posibilitando un cambio de modelo
económico que les vertebre social y territorialmente al brindarles la
posibilidad de trabajar a distancia, de montar su propio negocio digital o de
hacer más competitivo su negocio local, así como de promover el asentamiento en
ellos de nuevas incorporaciones vecinales. Una tarea nada fácil que desde luego
requiere que se impliquen en ella las administraciones para suplir lo que la
iniciativa privada, lógicamente centrada en sus intereses económicos
cortoplacistas, no atiende motu propio por más que hoy por hoy la posesión de
esa potencialidad sea tan básica como el mismísimo servicio de energía
eléctrica. Una herramienta, eso sí, que hay que saber utilizar bien para
sacarle todo el beneficio que potencialmente puede generar por lo que también – yendo más allá de ese imprescindible despliegue de
redes – es necesario impulsar la transformación digital a través de un plan o
un programa de acciones de inclusión digital orientadas a la adquisición de las
competencias digitales de sus ciudadanos para que, con independencia de su
género, ubicación geográfica o procedencia social, puedan tener la oportunidad de desenvolverse
en esa nueva economía y así salvar ese diferencial que hoy por hoy les afecta
respecto a las grandes ciudades o a zonas más históricamente afortunadas en el
desenvolvimiento empresarial. Para lo uno y lo otro los programados fondos europeos
de recuperación nos brindan una oportunidad complementaria única tanto para
acelerar aún más esos despliegues de redes como para la formación de sus
potenciales usuarios.
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