Un plan viario global
Foto Saúl García Cortesía de Las Noticias de Cuenca
Con la llegada del verano
ha vuelto a entrar en funcionamiento en nuestra capital provincial, durante el
fin de semana, el servicio de lanzaderas al casco histórico con, a lo que se
nos señala, un cierto incremento –bien está eso– en
su número de usuarios respecto al también inicial del pasado año. Ello anima a
este articulista a volver a poner en blanco sobre negro, una vez más, la urgente
y apremiante necesidad de que, de una vez por todas, se planifique, y lo más
pronto posible y más allá de proyectos puntuales, se acometa la realización de
un plan viario global diseñado para solucionar no sólo el evidentemente arduo
problema de la accesibilidad y la relación viaria de esa tan por tantos
aspectos esencial y significativa área urbana con el resto de la ciudad, sino
también otras de las actuales deficiencias (pensemos por ejemplo en la pobre e
incoherente relación del horario de sus autobuses con el de llegada y salida de
los trenes de la estación del AVE) del servicio público urbano de viajeros. Es
un problema evidentemente arduo y complejo y, desde luego, de no precisamente
fácil solución, pero que reclama, cada vez más perentoriamente y sin más
dilaciones, el que se afronte por los responsables municipales. Un plan global
que contemple las necesidades comunicacionales del total de la ciudadanía
conquense y, dentro de ella, que tenga
en cuenta, con sus claramente diferenciales características, las de los vecinos
de ese nuestro emblemático cogollo histórico, aunque también, lógicamente en
una ciudad que ha incluido en sus objetivos el afianzamiento de su condición de
enclave turístico, preste atención a las de nuestros visitantes, con especial estudio
de su afluencia en número y en diferenciación temporal. Un plan que a quien esto firma, sin querer en modo alguno dárselas del
urbanista que desde luego no es, sino desde su simple condición de usuario de
ese servicio de vehículos públicos –o de, a veces, tan sólo, dados los
condicionantes y limitaciones que le aquejan, de aspirante a ello– le parece
más que lógico y racional que debería contemplar sobre todo un nuevo diseño
tanto de la entera red como de las características funcionales y de horarios de
nuestro servicio de autobuses públicos, un diseño en el cual, pues miren, a uno
le parece que buen papel desempeñaría, respecto precisamente a esa
accesibilidad a la ciudad alta que motivaba este comentario –y sin dar de lado
en modo alguno otras posibilidades de acceso a la ciudad alta contempladas e
incluso según se nos dice, algunas ya incluso parece que planificadas
–escaleras mecánicas o ascensores, verbigracia– un servicio de lanzaderas,
quizá de menor tamaño que el de los vehículos que actualmente cumplen la ruta (y
ya puestos, miremos un algo hacia el cada vez más inmediato futuro, de
combustible no fósil), y que, más allá del estricto marco finsemanero,
enlazaran a diario –¿quizá, por qué no, con un billete combinado?– con las suficientes frecuencia y graduación horaria,
con las líneas que incluso hoy tan a pie del puente sobre el río, justo cabe el
inicio del enlace entre la Cuenca baja y la alta, discurren procedentes y con
destino a otras zonas de la ciudad o las que también, con un nuevo diseño,
pudieran incluir ese punto en su recorrido. Pero sea como sea y sea la que sea,
la solución debe ser global y hay que planearla y acometerla ya, sin más
demoras.
Articulo publicado en la edición impresa de Las Noticias de Cuenca del 9 de julio de 2021 y en su edición digital
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