Una obligada actuación urgente
Demasiado fuera de la
oferta turística habitual conquense, la Iglesia de la Virgen de la Luz y San
Antón es sin embargo un edificio fundamental dentro del catálogo patrimonial de
nuestra capital provincial como pieza príncipe de un estilo, el barroco, que
bien merecería la creación de uno de los itinerarios básicos de las visitas a
la ciudad junto a los otros templos creados o reformados en ella en el siglo
XVIII, cual es su caso, por José Martín de la Aldehuela. Quizá esa ausencia de
las agendas haya influido en la poca atención que, salvo determinadas
actuaciones puntuales y no precisamente muy recientes, y pese a gozar de la
consideración de Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, se ha
prestado a su conservación y restauración, una despreocupación que ha llevado a
esa actual situación de deterioro que ha motivado el que la Asociación Hispania
Nostra –que entre otros objetivos tiene los de difundir
los principios, resoluciones y recomendaciones de organismos internacionales
como el Consejo de Europa, la Unión Europea o la UNESCO en el ámbito de la
protección, conservación, restauración, rehabilitación, gestión, promoción,
difusión y puesta en valor del Patrimonio Cultural–
la haya incluido, según nos daban a conocer los medios informativos, en la
Lista Roja que elabora con el fin de dar a conocer y proteger aquella parte del
patrimonio cultural y natural que se encuentra en peligro y abandono. Una
inclusión que se precisa se ha debido a los peligros de desprendimiento que
afectan a numerosos de los elementos de su interior entre ellos sus más que
interesantes pinturas murales que, se señala, se encuentran “en un estado
lastimoso, con grave peligro de perderse” dentro de una situación general en la
que pueden apreciarse grandes grietas que podrían conducir a la caída de parte
del techo. Es un grito de alarma que
debería llevar de inmediato a cuantos tienen responsabilidad sobre el templo,
en primer lugar, desde luego, al ayuntamiento capitalino que es el propietario
de edificio, pero también al resto de administraciones y organismos directa o
indirectamente implicados en la salvaguarda de nuestro patrimonio a uno se le ocurre pensar de inmediato en el
Consorcio de la ciudad pero también en la Junta de Comunidades– y a la propia
sociedad conquense toda a actuar pero que sin esperar ni un día más sobre un
inmueble que el historiador del Arte Pedro Miguel Ibáñez, que en 2011 publicó
el más concienzudo y completo estudio sobre sus características y sobre su
secular historia de casi ochocientos años, no ha dudado en calificar “sin
ambages ni complejos como una obra maestra de la arquitectura española
dieciochesca”. Y por cierto, todo el aplauso que se merece la incesante labor
de estudio sobre nuestro patrimonio que el profesor Ibáñez viene realizando y
que hoy mismo, jueves 1 de julio, en que redacto estas líneas vuelve a
concretarse con la presentación de una nueva obra, “La cumbre urbana, de las
Carmelitas Descalzas a la Casa del Corregidor”, segunda entrega de su
recorrido precisamente por el patrimonio barroco de Cuenca.
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